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Tal día como hoy, 12 de octubre, tenía lugar el descubrimiento de América, un hito en el cual, queramos o no, se inserta la culminación de un proceso histórico fulgurante, que no es otro que el de la historia de España, que desde los últimos restos de la aristocracia visigoda y resistente en las accidentadas montañas asturianas en el siglo VIII, terminan culminando con el descubrimiento y la conquista de los inmensos territorios americanos, en una historia, o metahistoria, como diría el tradicionalista Francisco Elías de Tejada, de la que pocas naciones modernas pueden presumir. Además conviene recordar que un 12 de octubre, pero de 2014, nació este proyecto editorial, Hipérbola Janus, que también pretende impregnarse de la épica y el lirismo profundo que evoca en las almas hispánicas la construcción del Imperio español y los ecos de una grandeza pasada que, desgraciadamente, parece haber caído en el olvido.

La figura de Meister Eckhart (1260-1328) se ha convertido en uno de los grandes hitos de la mística cristiana occidental, y no solo por la audacia de sus intuiciones espirituales, sino por la forma en la que supo expresarla a través de un lenguaje peculiar, el cual todavía resuena con fuerza en multitud de lectores más de 700 años después de haberse formulado. Son muchas las obras en las que se han sintetizado sus enseñanzas y predicaciones, y quizás los Tratados y sermones traducidos del alemán medio y el latín sean el testimonio que mejor recoge el legado de la obra del autor.

En la actualidad, el deporte se ha convertido en una opción de consumo más, que se ofrece a las masas desarraigadas como un poderoso complemento al ego y a una falsa y devaluada imagen de autoperfección. La realidad es que el horizonte del mundo moderno, dominado por la cantidad, por la técnica y la inmanencia el deporte se ha degradado a un mero espectáculo (los eventos deportivos, con el fútbol como el mejor ejemplo) en lo colectivo, o bien, en el terreno más personal, como una forma de evasión o, como decimos, como una forma de encubrir un vacío interior, un desierto espiritual que no para de crecer. La actividad física se ha vaciado de todo su contenido simbólico, heroico y ascético, para convertirse en un producto de consumo masivo, regido por ese culto al cuerpo, la competitividad comercial o, en el caso del deporte de élite, por la idolatría del récord y la estadística, y finalmente el dinero.

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