En la actualidad, el deporte se ha convertido en una opción de consumo más, que se ofrece a las masas desarraigadas como un poderoso complemento al ego y a una falsa y devaluada imagen de autoperfección. La realidad es que el horizonte del mundo moderno, dominado por la cantidad, por la técnica y la inmanencia el deporte se ha degradado a un mero espectáculo (los eventos deportivos, con el fútbol como el mejor ejemplo) en lo colectivo, o bien, en el terreno más personal, como una forma de evasión o, como decimos, como una forma de encubrir un vacío interior, un desierto espiritual que no para de crecer. La actividad física se ha vaciado de todo su contenido simbólico, heroico y ascético, para convertirse en un producto de consumo masivo, regido por ese culto al cuerpo, la competitividad comercial o, en el caso del deporte de élite, por la idolatría del récord y la estadística, y finalmente el dinero.
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Jean Baudrillard (1929-2007) representa una figura fundamental dentro del pensamiento contemporáneo, especialmente en la medida que lleva al límite la reflexión sobre la sociedad de consumo, los medios de comunicación y la cultura moderna. Todos estos fenómenos son analizados a través de un estilo implacable que va de lo literario a lo filosófico, y que alcanza su máxima expresión a través de una obra: Cultura y simulacro (1977), que nos permite conocer la lógica interna que domina la cultura y el pensamiento posmoderno. Pero no se trata sólo de describir los fenómenos sociales contemporáneos, sino que realiza un análisis profundo que los desarma, los subvierte y los lleva hasta el límite de su paradoja constitutiva.
Después de algunos artículos de carga más polémica, en los que hemos abordado sin ningún tipo de temor ni complejo aquellos temas que más nos exasperan en los tiempos presentes, creemos necesario reducir tensiones y trasladarnos hacia otros contextos para exponer a nuestros lectores y seguidores temas más livianos pero no por ello menos apasionantes.