
Suena el timbre. Los pasos de decenas de personas se apresuran subiendo por las escaleras. El repiqueteo de los tacones de aguja y los destellos del charol se entremezclan con el perfume que inunda el ambiente. Todos han elegido sus mejores galas para asistir al concierto que tendrá lugar esa noche.
Se trata de una joven artista que pese a su temprana edad –tiene poco más de 20 años– ya ha recorrido las salas de concierto más exclusivas de medio mundo. Ha estudiado en Londres, donde reside en la actualidad, y ha sobresalido entre el resto de sus compañeros por su maestría con el violín. Sin embargo, una carrera tan brillante como la suya no parece impresionar al público que, ya con menos decoro del que mostraban en el vestíbulo, procede a tomar asiento.