«The mediator between head and hands must be the heart»
-Metropolis, 1927
La cita con la que encabezamos este artículo es la conclusión de la película «Metrópolis» (Fritz Lang, 1927), filme de marcado tinte ocultista al que nos hemos referido en alguna ocasión en nuestro blog. Este mensaje aparentemente inocente, que cualquier adolescente no dudaría en colgar en la pared de su cuarto o en engancharlo en su carpeta, pone de manifiesto las necesidades espirituales del ser humano y el control que se puede ejercer sobre el mismo cuando uno es capaz de tomar las riendas de esta «espiritualidad».
Como ya comentamos en un artículo reciente dedicados a los Testigos de Jehová, siempre hay desaprensivos que se aprovechan del sufrimiento y de la insatisfacción a nivel espiritual que una persona pueda experimentar para llevarlos a su propio corral. Es lo que buscan las sectas, independientemente de cuál sea su tamaño y su infraestructura —desde los Testigos de Jehová, hasta las prostitutas extorsionadas con vudú— hacerse con el corazón de las personas.
En una sociedad tóxica como la actual, en la que se ha pervertido prácticamente cualquier manifestación auténtica de la espiritualidad que siempre ha salvaguardado la Tradición, el corazón de las personas está en una situación extremadamente vulnerable, y no son pocas las trampas que existen para intentar capturar a los menos precavidos.
Muchos que se consideran a sí mismos por encima de todos esos «rollos» religiosos y sectarios y se ven como librepensadores son, paradójicamente, las presas más fáciles para otro tipo de trampas menos evidentes, pero más peligrosas. Hablamos del New Age en general, y de la «Autoayuda» en particular.
Del New Age también hemos hablado en más de una ocasión: prácticas inspiradas en misticismos orientales pero desacralizado, como el «Mindfulness» o el Yoga como deporte, por poner algunos ejemplos.
De la «Autoayuda» no hemos hablado tanto. Un concepto que abarrota las estanterías de prácticamente cualquier librería y que nos promete ayudarnos a resolver la mayoría de problemas a los que nos podamos enfrentar. Hay que reconocer que de estos libros hay bastantes cosas que se pueden rescatar y que pueden resultarnos útiles para nuestra vida diaria… Sin embargo detrás de ellos hay un concepto que no deja de entrañar cierto peligro: si las cosas no nos salen bien, la culpa es nuestra… ¿necesitas asistir a algún seminario para que el «gurú» te lo explique mejor?
Muchos de estos gurús lo que hacen es básicamente ofrecerte un bálsamo positivista. Intentan convencerte de que el sistema no es lo que falla, sino que las personas, por culpa de su ego y de su singularidad, son un obstáculo para que no exista la armonía. Tampoco te dirán nada controvertido ni que desafíe lo que promueve el establishment, más bien lo fomentarán con palabras dulces y amables muy en sintonía con el New Age: «Todos somos iguales», «Existe una conciencia universal», «Hay que adaptarse a los cambios», etc, etc.
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¿Por qué te tapas un ojo, Alejandro? |
Uno de estos gurús, que nos ha llamado la atención recientemente es el artista polifacético Alejandro Jodorowsky, chileno de origen judío que es director de cine, escritor de una extensa bibliografía, tarotista y promotor de su doctrina de la «Psicomagia».
Para seros sinceros, no hemos tenido la oportunidad de leer la totalidad de su obra, pero tampoco es necesario. Simplemente viendo algunos de sus múltiples vídeos o entrevistas en YouTube uno ya sabe a lo que se expone.
Para empezar, algo que debería poner en guardia a cualquiera que se acerque a este personaje es el halo de sabiduría, espiritualidad y misticismo que le atribuyen los medios de comunicación. Básicamente lo que estos medios te están diciendo es: «Alejandro Jodorowsky es bueno. Sigue a Alejandro Jodorowsky».
En sus charlas o entrevista siempre alarde de sus extensos conocimientos en esoterismo, simbología y ciencias ocultas como el tarot pero desde una posición amable, humilde y cercana, entablando complicidad con el espectador. También habla de lo maravillosos que somos todos, que somos una parte del universo, que hay una conciencia universal y otras memeces de la New Age dignas de compartir en Facebook para demostrar la sabiduría de quien lo haga. Siempre, como buen siervo del Nuevo Orden Mundial, tratará de relativizarlo todo y darle un valor de superioridad moral a esta relativización, amparándose en la imagen arquetípica de un monje budista zen. Sin embargo cosas que nunca parece relativizar son:
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¿Una alusión simbólica al NOM? |
- Desprecio hacia la imagen y el concepto de Jesucristo
- Admiración hacia la tradición talmúdica
- Exacerbación del feminismo y repudia de la masculinidad
- Enaltecimiento de la androginia y de la homosexualidad