Quizás no haya personaje más icónico del Renacimiento que Leonardo da Vinci, el misterio que le rodea como paradigma de humanista renacentista ha cautivado a decenas de generaciones desde la consumación de su obra hasta nuestros días. No es extraño entrar en una librería y encontrarse con un buen número de títulos que abordan su figura, tanto en el arte como en la historia y, especialmente, en la literatura, en la novela histórica, con multitud de trabajos en los que el aura de misterio y grandiosidad envuelven por completo a nuestro protagonista. En El pensamiento esotérico de Leonardo da Vinci asistimos no solamente a una nueva perspectiva de la obra de Leonardo (pese a ser un libro publicado originalmente en 1910), en la que se arroja luz sobre aspectos a priori no tan espectaculares ni vistosos ampliamente tratados en otras obras, sino que también asistimos a una desmitificación necesaria del personaje, a despojar al genio para descubrir al artista en ciertas tendencias mucho más sutiles que nos remiten a las corrientes esotéricas que experimentaron un auge inusitado durante el siglo XVI, como veremos a continuación. Paul Vulliaud, nuestro autor, es, sin lugar a dudas, un hombre de su época, con afinidades por el arte, con notables escritos sobre lingüística y el estudio de los textos sagrados del Cristianismo y el judaísmo, que nos transmite una imagen de Leonardo en la que no es tan protagonista el genio, el «adelantado a su tiempo», como el artista que se sirve del misterio y los códigos simbólicos para revelar grandes verdades espirituales de una manera sutil y coherente, de acuerdo con una serie de conocimientos muchas veces olvidados, opacados por esa visión cientifista, circunscrita más a los bocetos e ingenios de los que habló en sus escritos nuestro autor florentino, más allá de su obra artística, injustamente olvidada en detrimento del «Leonardo científico».