La muerte púrpura
Relatos de terror, fantasía y lo grotesco
Gustav Meyrink
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2015 |
Páginas: 194
ISBN: 978-1519603258
Hasta el momento hemos venido apostando por un género y una temática muy concreta en nuestras publicaciones; desde el esoterismo y las ciencias ocultas, pasando por el ensayo político-filosófico hasta llegar a la ciencia política, y más concretamente en el terreno de la geopolítica, hemos ido publicando los títulos que componen nuestro catálogo hasta el día de hoy. Sin embargo, creemos que todos los géneros son susceptibles de vehiculizar ideas y planteamientos dentro del terreno espiritual, y en este sentido la literatura no es ninguna excepción. Es por este motivo que el libro que nos disponemos a presentar «La muerte púrpura: Relatos de terror, fantasía y lo grotesco» supone una contribución original y muy oportuna después de centrarnos en los temas, disciplinas y corrientes anteriormente citadas.
En primer lugar deberíamos referirnos a aspectos formales del libro, como es su composición, con 22 relatos, muchos de ellos inéditos en castellano, e incluso olvidados tras una serie de publicaciones que datan de finales de los años 40. Los relatos fueron publicados, en su gran mayoría, en la revista satírica alemana Simplicissimus, una publicación de gran éxito durante las décadas previas al estallido de la I guerra mundial, en la que frecuentaban los escritos breves y las viñetas donde se sometía a una dura e implacable crítica a la Alemania del II Reich y a sus autoridades más visibles, sin escatimar burlas e improperios contra el propio Káiser. Fue esta revista la que dio la oportunidad de progresar a Gustav Meyrink —nuestro autor— dentro del mundo literario a través del relato corto. Aquellos lectores que estén más familiarizados con la literatura, y en concreto con la de los clásicos del género de terror y fantasía, habrán escuchado hablar del escritor austriaco, y quizás hayan leído su obra más conocida El Golem, publicada en 1915, que supuso un éxito de ventas y se ha convertido en un clásico en nuestros días. Sirviéndose de un antiguo mito hebreo del gueto de Praga, Meyrink supo actualizar su contenido y orientarlo hacia una crítica de la sociedad moderna y la despersonalización y cosificación del hombre en sus aspectos más particulares. Aparecen otras ideas como el nihilismo y los comportamientos autodestructivos del hombre moderno, una serie de motivos que ya vemos aparecer en los relatos que conforman el contenido del libro que presentamos. En esta colección de relatos, esa idea de degeneración también aparece reflejada de las más variadas formas, y en muchas ocasiones asociadas a la idea de que un mal proceder, de acuerdo con una naturaleza que no corresponde a la esencia propia, o el actuar movido por la codicia, la envidia o desde una actitud reactiva conlleva las mayores desgracias, siempre en contacto con los elementos mágicos o misteriosos, los cuales son susceptibles tanto de las mayores desgracias como de los mayores milagros, hasta el punto de transformar el mundo interior y la existencia de los personajes que toman contacto con ellos.
Todo este género de situaciones, motivos e ideas forman parte del mundo de finales del siglo XIX y comienzos del XX, y es evidente que nutrieron las mentes de los hombres y mujeres que vivieron en esos años. Desde la perspectiva de la historia intelectual, hay numerosos historiadores de la cultura, desde George L. Mosse, pasando por Stuart Hughes o John Burrow, por citar algunos de los autores que han profundizado en el estudio del clima cultural e intelectual de esta época. En esos momentos nos encontramos con la sociedad burguesa que, a lo largo del siglo XIX, ha atravesado una serie de etapas a nivel político, económico e intelectual que van desde la construcción del estado liberal, a las dos revoluciones industriales hasta llegar al triunfo de la ciencia positivista, la razón prometeica, que garantizaron una época de prosperidad material en la población europea de la época. Tampoco podemos olvidar la existencia de unas mejoras en las condiciones de vida generales de los individuos, gracias a las contribuciones de los médicos higienistas, o la creación de la llamada sociedad de masas, que se verá apuntalada con la extensión del sufragio y la irrupción de las masas en la política y la vida social en todos sus aspectos, no solo aquellos políticos, sino también en otros como aquellos culturales. Se van produciendo unas nuevas dinámicas políticas, sociales y culturales en una nueva dialéctica entre los individuos y la modernidad que va ganando terreno a las antiguas Tradiciones de los pueblos, se va perdiendo el sentido de élite y aquel del privilegio y la cualidad para convertir cuestiones —antaño sagradas— en objeto de consumo masivo y, por tanto, también de vulgarización viéndose devaluadas.
En este contexto es en el que vemos cómo se van produciendo una serie de transformaciones a nivel mental, cultural y espiritual en el mundo moderno, y que junto a las antiguas murallas de las grandes ciudades que comienzan a crecer con sus grandes ensanches y avenidas, caen también los antiguos mitos y tradiciones que, no solo eran depositarias de la memoria ancestral de los pueblos, sino también garantes de los vínculos orgánicos y comunitarios imperantes hasta el fin del Antiguo Régimen. Nuevas formas de secularización y el retroceso del Principio espiritual, que incluso llega a convertirse en un objeto de consumo más, como lo serían hoy día las llamadas ciencias ocultas de new age, y bajo las teorías y doctrinas espiritistas o la teosofía de Madame Blavatsky se mistifican las doctrinas tradicionales y metafísicas de Oriente para mezclarlas con aquellas propias de la mentalidad positivista y decimonónica. Una amalgama de ideas que, de forma inconexa, consigue neutralizar la potencia espiritual de principios que, al desfigurarlos, pierden totalmente su valor.
Estos son algunos de los atributos de la sociedad que llega a finales del siglo XIX, a los albores del nuevo siglo, y que comienza a plantear una ruptura decisiva, especialmente en el terreno intelectual, con todo ese mundo de progreso ilimitado que el imaginario burgués y liberal se ha construido. A partir de la década de 1890, y en los años que preceden a la I guerra mundial, todo ese mundo de certezas y seguridades comienza a desmoronarse, y a la crisis de los grandes paradigmas científicos, del positivismo y el marxismo básicamente, sucederán una serie de elementos relacionados con el ámbito de lo inconsciente, la imaginación, un tipo de mentalidad antihistoricista, la violencia o la huida de los convencionalismos que, en las décadas precedentes, habían contribuido a la armoniosa artificiosidad del mundo del burgués, un siglo de pacifismo y construcción de una falsa prosperidad que tuvo un brusco despertar con la Gran Guerra y los millones de muertos que cayeron en las trincheras.
Este es el mundo en el que Meyrink se convierte en escritor y opta por la vía literaria tras una serie de infortunios y devenires en su existencia. Un mundo donde el género de terror, la fantasía y lo grotesco está en plena consonancia con el signo de los tiempos, que despierta pensamientos oscuros, mágicos y misteriosos, que nos remite a mundos exóticos del lejano oriente, personalidades sobresalientes, fuera de lo normal, o los aspectos más grotescos y oscuros del alma humana, que afloran desde las tinieblas y los abismos más insondables de la misma. Gustav Meyrink, como todos los intelectuales y escritores de su época, era un hombre de su tiempo, y como tal un espejo de las ideas, los anhelos y los impulsos que dominaron una época extraña, que prefiguró muchos de los movimientos intelectuales y políticos que darían su sentido distintivo y fundamental a las primeras décadas del siglo XX.
Información
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