Una historia de Agartha
Boris Nad
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2020 |
Páginas: 156
ISBN: 979-8636865384
En esta ocasión tenemos el placer de presentar a nuestros lectores una nueva obra del afamado autor serbo-croata Boris Nad, después de la publicación de El retorno del mito el pasado mayo de 2018. Esta obra, planteada como un ensayo sobre los mitos que articulan el devenir histórico de los pueblos indoeuropeos y su imaginario colectivo, ya implicaba detalles muy novedosos respecto a la «cuestión indoeuropea», no en su vertiente más académica, donde los interminables debates sobre el origen y significado de lo indoeuropeo se han sucedido durante décadas sino en un ámbito mucho más divulgativo. En esta obra el elemento mitológico adquiere un papel preponderante, y son las fuentes tradicionales, junto a los descubrimientos arqueológicos, las que nos hablan a través de los mitos más conocidos y arquetípicos, como aquellos de Thule, Hiperbórea o la Atlántida, en cuyo significado más profundo podemos encontrar poderosos fundamentos del pensamiento mítico y tradicional. El retorno del mito representa la defensa del pensamiento mítico, del Centro Tradicional y la reivindicación del Ser frente al Mundo moderno e individualista, encerrado en sus lógicas matemáticas y tecnocráticas, en su corrosivo individualismo materialista y en una realidad totalmente horizontal, en la que el mito subsiste transformado y privado de la fuerza de antaño, anulado en su fuerza y conocimiento primigenio, para entregarse a cualquier subproducto comercial de mercadotecnia que nada tiene que ver con la psique profunda de los Pueblos.
En Una historia de Agartha nuestro autor, Boris Nad, recurre nuevamente al mito, la fuente del conocimiento tradicional por excelencia, para narrarnos una historia que bajo la apariencia de una serie de hechos y vivencias personales nos introduce en el mundo de Agartha. Los orígenes y ramificaciones que el mito ha desarrollado a través del tiempo puede extenderse a multitud de ámbitos, desde las creencias más arraigadas de los Budistas, que creen fervientemente en la existencia de una civilización subterránea integrada por hombres y mujeres que forman parte de una superraza que lejos de limitar su acción a las entrañas de la tierra en la que se ocultan, tienen el poder de influir sobre la vida en la superficie. Una civilización de millones de personas y centros urbanos, plenamente desarrollada y con un sistema de túneles que permiten un acceso al mundo exterior, y que se presume que podrían tener su acceso entre las accidentadas montañas del Tíbet, en el corazón del Himalaya. En teoría los Lamas conocerían estas vías de penetración al interior del reino oculto y serían los custodios de sus secretos.
No obstante, las referencias al reino oculto de las profundidades son recurrentes en las diferentes tradiciones y formas de espiritualidad extremo-orientales. También en el Ramayana y en el Bhagavad Gita, los textos sagrados hinduistas más representativos, hallamos la perpetuación del famoso mito a través de la historia de Avarar Rama o aquella de Krishna. Particularmente impresionante es la historia que se nos relata en el Ramayana con Rama, que vino como «emisario de Agartha» en un vehículo aéreo. Si escudriñamos en los orígenes del mito podemos hallar numerosas y variadas fuentes que, especialmente, desde el siglo XIX y de la mano de los «esoteristas» franceses como Fabre d’Olivet y Saint-Yves de Alveydre, relacionados con ambientes ocultistas y masónicos, junto a René Guénon y Ferdinand Ossendowski, contribuirán a componer un dibujo de los elementos que caracterizan al legendario reino de Agartha, un reino como aquel de Thule, ajeno a la violencia y a la anarquía, inaccesible e investido en una magia y un misterio que llega hasta nuestros días. De hecho hallamos los mismos patrones o arquetipos reproducidos en Agartha, Thule e Hiperbórea. La misma Edad de Oro de la humanidad, inalcanzable, eternizada en el inconsciente colectivo de una época atemporal, paradójicamente perdida en la noche de los tiempos.
En el caso de Saint-Yves estuvo muy interesado en el conocimiento de las lenguas sagradas del Extremo-Oriente, y en especial en el Sánscrito. Para tal fin recibió las lecciones de un personaje oscuro y de orígenes difusos llamado Hardjji Scharipf, que fue quien, en teoría, le descubrió todo el mundo de Agartha, la existencia del lenguaje sagrado de sus habitantes, el Vattan, en cuyo aprendizaje también se ocupó el ocultista francés de manos de su misterioso maestro y gurú. Fruto de aquel aprendizaje, la adquisición de conocimientos y la asimilación de enseñanzas publicó su famosa obra sobre Agartha. En este texto se describen los aspectos espirituales, políticos y organizativos del enigmático reino, cuyo gobierno se concibe como una sinarquía, gozando de un desarrollo material, tecnológico y espiritual desconocido para las civilizaciones de su época. Ya une el destino de Agartha a los primordios espirituales de la humanidad, y establece una conexión directa con las grandes tradiciones espirituales de la historia como el propio Cristianismo, cuyas enseñanzas estarían en conexión directa con las grandes Verdades Agarttianas. Saint-Yves se concibe a sí mismo como un iniciado espontáneo, incluso como un espía, que revela una verdad hasta entonces desconocido para el mundo de su época.
Bajo la aureola de la fantasía y el mito los testimonios de Saint-Yves y Ossendowski en sus respectivas obras, coinciden plenamente con la existencia del legendario reino, y cuentan anécdotas similares. En Bestias, hombres y dioses Ossendowski nos habla de Agartha como una realidad de dimensiones planetarias, cuya extensión abarca la totalidad de la tierra, con sus túneles y pasajes que trascienden continentes y océanos, y cuyas ramificaciones van más allá de lo puramente material, traduciéndose en poderosas influencias espirituales sobre la superficie terrestre. Un pretendido viaje que el autor protagonizó entre 1920 y 1921 por Asia Central tras su huida a Siberia sirve de contexto para la historia, arrojando una interpretación sobre susodichas influencias inmateriales sobre los destinos de la civilización terrestre. El propio René Guénon nos referencia los vaticinios de Ossendowski a tal respecto: «pueblos de Agartha saldrán de sus cavernas y aparecerán sobre la superficie de la tierra». No obstante, y como Guénon remarca en su obra El rey del mundo, existe una mitología muy rica previa a los relatos que dan a conocer la historia de Agartha en Occidente, y están presentes en multitud de tradiciones de casi todos los pueblos del orbe.
Pero al margen de los testimonios existentes sobre Agartha, hay una figura que destaca en el contexto del reino subterráneo, y no es otra que aquella del Rey del Mundo y que parece referirse a un principio de inteligencia cósmica que trasciende las connotaciones puramente materiales. Representa simbólicamente el Centro Espiritual del Mundo que detenta el conocimiento de la Tradición sagrada primordial, que viene a representar esa unidad primigenia entre el poder sacerdotal y real de los orígenes, el puente entre el mundo de lo sensible y lo suprasensible, la cúspide de la jerarquía iniciática en su máxima expresión.
Dentro de otros ámbitos existe también una ingente literatura sobre la Tierra Hueca, que enlaza directamente con Agartha y conforma una realidad paralela a aquella de la superficie entre un laberinto de túneles y espacios huecos donde su civilización se ha venido desarrollando desde los comienzos del Kali Yuga. Durante décadas no son pocos los que han sostenido la existencia de dos entradas por los polos al mundo subterráneo o la existencia de un sol central que no es sino un reflejo de la energía atenuada del sol que calienta la superficie de nuestro planeta. En este sentido, y más allá de las fuentes esotéricas a las que hemos hecho referencia, tenemos el testimonio del Almirante Richard Byrd, que en 1956 dirigió una expedición sobre la Antártida, que según el relato del mismo protagonista le llevó a un territorio muy extenso, de varios millones de kilómetros cuadrados, libres de hielo y con un paisaje conformado por ríos, bosques, valles y una fauna igualmente diversa. Su testimonio terminó silenciado por las autoridades estadounidenses y el misterio quedó sin ser aclarado desde aquel mismo momento. Obviamente, las referencias literarias, teorías, disparatadas o no, han cubierto un amplio espectro de autores y obras que es imposible referenciar en este escrito, pero que invitamos a nuestros lectores más ávidos de fantasía a descubrir a través de las fuentes citadas.
La obra de Boris Nad toma en cuenta en su elaboración toda una serie de lugares comunes que nos llevan a las características más destacadas del mítico reino de Agartha, y lo hace en el contexto de una historia que resulta tan ambigua, desconcertante y extraña como la que describieron los primeros intérpretes del mito. Un puñado de notas, de reflexiones y experiencias conforman un relato apasionante que, como todos los mitos construidos en el devenir de los siglos, encierra, o al menos ese parece ser su cometido, multitud de claves sobre la naturaleza de la civilización moderna, sobre sus contradicciones, sobre su carácter destructivo e inorgánico y acerca del mismo secreto de su autodestrucción final. El lector no quedará indiferente ante esta obra, y es posible que a partir de ella sea capaz de indagar más sobre un mito que sigue despertando nuestro asombro e incredulidad.
Desde aquí solamente podemos agradecer a Boris Nad el que nos haya ofrecido la posibilidad de traducir esta obra y seguir dando a conocer su perspectiva de la Tradición y de los grandes mitos a través de su obra ensayística y literaria.