Volver a la ascesis
Cristianismo y Tradición
Attilio Mordini
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 188
ISBN: 978-1-961928-34-3
Hace ya cerca de una década, en las lejanas fechas de octubre de 2016 y enero de 2017 publicamos respectivamente El católico gibelino y El templo del Cristianismo: Para una retórica de la historia. Unos meses más tarde, en el verano del 2017 hicimos una presentación en una ubicación idílica del Pirineo aragonés bajo el título Una charla sobre la vida y obra de Attilio Mordini, concretamente en las orillas del Embalse de Linsoles, frente a la pequeña localidad de Eriste, a escasos kilómetros de la turística población de Benasque. En este enclave, desarrollamos una charla sobre algunos aspectos de la obra del desconocido e infravalorado autor italiano. El impacto de las dos publicaciones, especialmente a raíz del vídeo de presentación, fue de un notable entusiasmo por una buena parte de nuestros seguidores y lectores, que desde entonces no han dejado de reclamarnos una mayor profundización en la obra del que en su momento fue llamado «el Evola católico», de Attilio Mordini.

Attilio Mordini (1923-1966)
Tras una década de intensas labores editoriales, tenemos el placer de presentar una nueva entrega de la obra del gran tradicionalista florentino, que bajo el título Volver a la ascesis: Cristianismo y Tradición, donde se compendian una serie de artículos, inéditos en castellano, a través de los cuales Attilio Mordini expone su obra doctrinal y exegética sobre diversos aspectos de la doctrina católica y la siempre presente (y muy necesaria) crítica al mundo moderno. Tal y como Mordini nos tiene acostumbrados, a lo largo de sus escritos se conjugan la erudición, con la sensibilidad hagiográfica (a través de la figura de San Francisco de Asís, de cuya orden nuestro autor fue Terciario) y un tono solemne, militante, bajo una retórica de gran belleza y profundidad conceptual.
El templo del Cristianismo
Para una retórica de la historia
Attilio Mordini
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2017 |
Páginas: 202
ISBN: 978-1542706476
Attilio Mordini, el último gibelino. Una introducción de Lucas Carena
Pero antes de entrar en los entresijos de la obra que nos disponemos a presentar debemos hablar del Estudio preliminar. Attilio Mordini, el último gibelino que la precede, y cuya autoría corresponde a Lucas Carena, gran intelectual y divulgador argentino, que nos ayuda a comprender el contexto metahistórico en el que podemos encuadrar la doctrina mordiniana y el lugar que ocupa en el pensamiento tradicional europeo. Más allá de los aspectos puramente biográficos, que también son importantes, Carena nos ubica a Mordini en una línea de pensamiento que atraviesa los siglos y que tiene en el ideal gibelino —esto es, la pérdida de las bases trascendentes del poder entre el Imperio y la Iglesia, entre el poder temporal y el espiritual— su eje simbólico y fundamental. Attilio Mordini es parte de una cadena, y figura como «el último gibelino» no solo porque reivindica el principio de autoridad y la idea de Imperio cristiano frente a la modernidad, sino porque su vida y pensamiento representan una síntesis de contemplación y acción, de cruz y espada, de ascesis y caballería.
La lectura de Carena traza un paralelismo implícito entre la figura del pensador toscano y los grandes momentos de resurgimiento espiritual en la historia de Occidente. Del mismo modo que Dante, en quien se aprecian las raíces más profundas de la conciencia italiana, la obra de Mordini se sitúa en una zona liminar, de frontera, entre lo visible y lo invisible, donde el pensamiento tiene la capacidad de abrir una vía, y de plantear un poder de transfiguración, a través de la palabra como expresión de un signo sacramental. Para Lucas Carena, como afirma muy lúcidamente, Attilio Mordini fue mucho más que un mero tradicionalista, llegando a convertirse en un testigo del espíritu tradicional encarnado en la forma cristiana. Este hecho trasciende la mera retórica, y marca el paso de una metafísica abstracta a una fe operativa, de una tradición concebida como un sistema doctrinal a una Tradición vivida como experiencia ascética.
¿Qué es la metafísica?
Entrevista con Bruno Bérard
Bruno Bérard y Annie Cidéron
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 148
ISBN: 978-1-961928-32-9
Por eso queremos ver en el texto de Carena una vindicación del cristianismo profundo frente a las derivas superficiales del mundo moderno, frente a las formas de tradicionalidad estériles, como las que vienen produciéndose a raíz de la etapa postconciliar, con una Iglesia claudicante y modernista, que ha perdido el rumbo de la propia ortodoxia y hasta de su historia milenaria, frente al drama interior de la encarnación, que nos recuerda en todo momento Mordini. Pero lejos de las nostalgias esclerotizantes que nos remiten a formas perdidas, Mordini reivindica una llamada a la restauración de la interioridad militante, en la que el cristiano es un soldado de Dios pero no por ejercer la violencia sobre los demás, sino por la guerra interior que libra contra su propia dispersión, su debilidad y el olvido del Absoluto. De ahí que la Ascesis, en Mordini, no se entienda como renuncia ni como retiro del mundo, sino como una forma suprema de acción.
El gibelinismo mordiniano entraña una gran profundidad doctrinal, que nos remite a la raíz profunda de esta actitud espiritual y política que atraviesa toda la obra de nuestro autor florentino. No debemos hacer una lectura en clave puramente histórica, y no centrarnos exclusivamente en los aspectos temporales de las disputas entre el Sacro Imperio y el papado, el conocido «conflicto de las investiduras». Es conveniente profundizar más en este fenómeno desde la consideración de una categoría espiritual y metapolítica, que hace del gibelinismo de Mordini una afirmación de la trascendencia de lo sagrado frente a toda forma de mundanización del cristianismo.
El católico gibelino
Attilio Mordini
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2016 |
Páginas: 102
ISBN: 978-1539492276
Como nos comenta Carena, el gibelinismo de Mordini nace de una «reacción teológica y existencial» ante la larga secularización del espíritu cristiano, que se considera iniciada con la victoria güelfa y culminada con la disolución moderna. El güelfismo, en el sentido mordiniano, representa la «clericalización y domesticación» del sentido imperial, su sometimiento a poderes terrenales disfrazados de prudencia pastoral. En cambio, el gibelino es aquel que busca restaurar puentes, forjar la unidad perdida entre lo sagrado y lo político, y en consecuencia lo temporal, en una reconciliación entre la fe y la forma, y esto más allá del orden teocrático del Medievo, a través de una asimilación del principio cristiano de la encarnación del Verbo como principio de orden.
Como nos sugiere el texto de Carena, el estilo de Attilio Mordini difiere respecto a René Guénon o Julius Evola, especialmente en la medida que concibe la doctrina de la Tradición como una realidad viva y encarnada. Su gibelinismo es católico y romano, y representa al cristiano que no se resigna a la domesticación liberal de su fe y a la reducción de su dimensión metafísica a una moral privada. El gibelinismo de Attilio Mordini parte de una mística de la autoridad y del combate espiritual, el Imperio se convierte en el símbolo del orden universal querido por Dios, en el reflejo de una jerarquía celeste; por el contrario, el güelfismo implica el signo de la fragmentación moderna, de la renuncia al espíritu de la totalidad. De ahí la misión transfiguradora de la fe, que implica que la doctrina no debe adaptarse al mundo, ni a las iniquidades que se derivan de la modernidad claudicante.
El Maestro de la Tradición Perenne
Antología de artículos guenonianos
René Guénon
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2021 |
Páginas: 286
ISBN: 979-8504926506
En Volver a la ascesis este gibelinismo adquiere una dimensión más interior, y ya no es solo una cuestión de orden político o teológico, sino de «ascesis personal». La verdadera restauración imperial empieza por el alma, en la conquista del centro espiritual perdido, en la restitución del hombre en el eje del cosmos cristiano. La ascesis implica ante todo disciplina de integración; allí donde el monje y el caballero coinciden en la misma actitud: la del que combate por el Reino de Dios tanto en uno mismo, interiormente, como en el mundo, exteriormente.
Por ese motivo Carena lo llama «el último gibelino», porque en un siglo dominado por la secularización, el nihilismo y la desintegración del principio de autoridad, Mordini nos aparece como el último en sostener con plena conciencia la idea imperial cristiana como principio espiritual y no solo histórico, en una dimensión totalmente metapolítica. Su gibelinismo, es, en definitiva, una vía hacia la restauración interior y civilizatoria, una forma cristiana del Imperium que empieza en el alma y termina en la ciudad sagrada.
Metapolítica, Tradición y Modernidad
Antología de artículos evolianos
Julius Evola
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2020 |
Páginas: 370
ISBN: 979-8572407778
Volver a la ascesis
El primer ensayo arranca con una cita ya evocadora que pertenece a la Divina Comedia de Dante Alighieri,
«Pero quien hable de ese lugar
no diga Ascesis, que sería decir poco,
sino Oriente, si quiere hablar con propiedad».(Paraíso, XI, 52-54)
No es una mención casual, y revela un gesto que a nivel hermenéutico y simbólico nos remite a ese Oriente, el cual será ampliamente reivindicado a través de estas páginas, y que nos llevan a la idea de rescatar una sensibilidad espiritual, entendida como «vida interior e integralmente civil», asociada a la figura de San Francisco y los orígenes heroicos del monacato. Y dentro de las claves interpretativas desarrolladas por nuestro autor, destaca la simbiosis entre ascesis y milicia, algo que se transmite desde sus inicios al monacato, definiendo un perfil militar, tanto en disciplina, estructura como lenguaje expresado a través de la comunidad que permite una doble vertiente purificadora (interior y exterior) que no es ajena a la propia naturaleza originaria del cristianismo, y que describe una línea de continuidad que va desde el fratricidio de Caín hasta las órdenes monásticas y las reglas benedictinas y construyen un hilo que une el combate mítico con ejercicio ascético real.
Mordini nos advierte de una degeneración de la milicia cuando pierde su raíz espiritual y se convierte en una mera violencia exterior, de ahí que en sus textos se reivindique una fusión entre sacrificio y disciplina guerrera con el sacerdocio místico, tomando como referencia las primeras comunidades esenias o a Melquisedec. Más esencial todavía resulta la proyección de la figura de San Francisco de Asís en una síntesis plenamente operativa. Francisco integra la mística monástica y la misión en el mundo, lejos de la clausura y la vida contemplativa en el claustro, se propone diseminarla por el mundo a través de la pobreza activa y la predicación itinerante. Son importantes las fuentes, con Tomás de Celano o las Florecillas de San Francisco, que permiten al autor toscano una lectura en clave de política espiritual, encaminada a reconciliar la «gran guerra» de la contemplación con la «pequeña guerra» de la acción en el mundo. Las resonancias de las influencias perennialistas, que hoy podemos ver como un «diálogo interconfesional» o una suerte de «ecumenismo», poseen aquí raíces profundas y compartidas con las formas orientales de sabiduría, como muestra el encuentro y entendimiento entre San Francisco y el Sultán al-Kāmil. Aunque las formas de identidad que caracterizan al franciscanismo son cristianas y occidentales en sus formas e historia, está abierta a los horizontes sapienciales que nos reconectan con el centro, más allá de los particularismos religiosos y culturales.
La pobreza de San Francisco es objeto de reflexión por parte de Mordini, en la que ve una forma de aristocracia espiritual bajo la paradójica idea de que la pobreza practicada por la Orden en lugar de nivelar jerarquiza, una jerarquía que es ética y heroica, al salvar al sujeto de la servidumbre del dinero y el «progreso» burgués. Esta idea se ejemplifica en el texto de manera muy clara como la apertura de la orden al mundo, o la fundación de la Tercera Orden como institución que inserta a los laicos en el ethos de la pobreza sin destruir la jerarquía social, más bien revitalizandola. Al mismo tiempo, en el ensayo titulado «El saludo de la salvación» parte de un elemento en apariencia menor, que podría ser incluso anecdótico, como es la fórmula del saludo en la tradición franciscana y evangélica, que más allá de una convención social, se plantea como un acto performativo, y al pronunciarlo invocaba y hacía presente la paz de Cristo en la vida del destinatario, y además revela una clave esencial de la espiritualidad franciscana, que es la capacidad de transmitir lo absoluto en lo mínimo, en los gestos ordinarios. Representa la vinculación del saludo a la lógica de la encarnación, y así como el Verbo se hizo carne, la palabra del discípulo encarna la paz de Cristo en el mundo.

San Francisco de Asís (1181-1226)
Igualmente, el tratamiento del lenguaje y del símbolo también merece toda nuestra atención, y Mordini describe algunos hechos relevantes en este sentido, como la reverencia con la que recogía los escritos paganos, que identificaba en cada una de sus letras con vestigios de lo divino. La palabra y la letra son para nuestro autor, vectores de una sapiencia que trasciende tradiciones particulares (cabalística, pitagórica, védica etc) que se encarnan en la liturgia y la imagen, mediante las representaciones de la Porciúncula, el símbolo del Tau etc. Hay una evidente convergencia entre la palabra el símbolo y la acción, que hace que la ascesis franciscana aparezca como un arte operativo de transformación del mundo.
Benoni
El poder del dinero
Knut Hamsun
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2024 |
Páginas: 256
ISBN: 978-1-961928-15-2
Attilio Mordini muestra un despliegue de vastísima cultura y formación humanística, fundada en la mística, la historia y la Tradición, con la búsqueda permanente de analogías simbólicas (entre diferentes tradiciones, occidental y oriental) y concatenación de símbolos que muestran una basta erudición en una omnipresente relectura teleológica de la historia religiosa. En todo este planteamiento se integra la idea de recuperar una tradición viva frente al desarraigo que implica la modernidad, y que ejerce de núcleo general aglutinante del conjunto de textos que componen el ensayo: la crítica del espectáculo, la relación entre tradición y revelación, la noción de acción aristocrática, o la dimensión romana y mediterránea de la civilización, que nos hablan de «volver a la ascesis», a un proyecto civilizatorio verdaderamente tradicional.
La importancia del lenguaje y de la palabra en el pensamiento de Attilio Mordini se afirma con fuerza en la crítica que nuestro autor dirige al lenguaje moderno, vaciado de su dimensión sagrada y convertido en un instrumento de propaganda, en «metafísica del espectáculo», generando una degradación y atomización del sujeto frente a ese carácter performativo que posee en lenguaje evangélico y tradicional, que, en contraste, funda la comunidad orgánica y cristiana. Por ello el gesto sencillo que representa el saludo cristiano implementa el poder restaurador que se funda en lo mínimo, en lo aparentemente insignificante, remitiendo a una concepción integral del mundo, una teología de resistencia frente a la retórica burguesa y mercantil.
La filosofía de Giambattista Vico
Emilio Chiocchetti
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2024 |
Páginas: 166
ISBN: 978-1-961928-13-8
Otro de los simbolismos destacados de la obra es la catedral, que nos traslada al ámbito de la arquitectura sagrada. Mordini parte de la evidencia que la catedral medieval no es solo una construcción sagrada, sino que encarna una forma total de civilización. Su propia estructura, la armonía de sus proporciones y la disposición de su espacio, condensa la visión cristiana del cosmos y de la comunidad orgánica y cristiana, respecto a la cual es su proyección. La catedral representa las distintas partes del cuerpo de la cristiandad, que convergen en la unidad del templo, en el Cuerpo Místico de Cristo. Asimismo la catedral aparece como la antítesis de la ciudad moderna, fragmentada, racionalista y anónima. En la catedral todos y cada uno de los elementos están al servicio del conjunto, nada es superfluo ni arbitrario y se integra en la armonía global. Frente al caos de la modernidad, la catedral propone una síntesis de belleza y verdad. Es parte de esa visión unitaria que ya no reflejan las construcciones modernas, privadas de unidad, ajenas a todo sentido cósmico e integración de lo humano con lo divino, y que redundan en el nihilismo contemporáneo.
Paralelamente «Por una metafísica del espectáculo» nos propone una denuncia lúcida y penetrante de la lógica del espectáculo, entendida no ya en un sentido estético, sino metafísico, del espectáculo como categoría que organiza la vida moderna, sustituyendo la experiencia auténtica por su representación. Esto implica un desplazamiento de la verdad interior hacia la apariencia externa, que nos refleja el espectáculo moderno como una suerte de liturgia invertida, un fenómeno religioso degradado o una idolatría en la que el símbolo verdadero se sustituye por un simulacro vacío. El espectáculo aparece como un exceso visual y una estructura de poder que organiza la percepción del mundo y somete al hombre a la pasividad, a un mero objeto. La vida se reduce a una falsificación, a una teatralización, a la pasividad de la contemplación de una pantalla vacía.
Mos Maiorum, VII (Verano 2024)
Revista sobre Tradición, postmodernidad, filosofía y geopolítica
Hipérbola Janus
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2024 |
Páginas: 172
ISBN: 978-1-961928-17-6
Ante todo, este extenso ensayo, es una meditación sobre el destino espiritual de la representación humana, que Mordini utiliza como un espejo de la degradación del mundo moderno. Parte de la idea de que el primer arte del hombre (la danza colectiva) fue un acto ritual y cosmogónico. Un orden que se refleja en los movimientos del cuerpo en una imitación sagrada del ritmo de los astros y de la armonía universal. La danza organiza el espacio y el tiempo conforme a estas proporciones celestes. El arte, entendido en un sentido mordiniano, como ascesis, no surge precisamente del gusto o de la subjetividad, sino de la obediencia a un canon trascendente, así como el gusto estético no es espontáneo, sino el resultado de una iniciación en la verdad, una disciplina del alma donde la belleza se encuentra como un reflejo de lo divino. A partir de aquí, Mordini desarrolla una metafísica de lo bello en clave platónico-cristiana, como el reconocimiento de la verdad trascendente en las formas, un placer estético que nace del recuerdo del orden eterno, de la reminiscencia del Verbo creador que habita en su alma. El sentido de lo bello es innato, y se transmite por el lenguaje, por la tradición o la educación. A través del arte el hombre caído en la dispersión del pecado restaura en sí mismo el orden divino.
Podemos detectar una correlación y continuidad lógica entre todas las formas de espectáculo que derivan de lo sagrado, desde la danza, como ese arte primigenio, pasando por el templo y su arquitectura, como hemos visto con las catedrales, o bien con el teatro, que actúan de la misma forma en la restauración de lo sagrado frente al caos, funcionando como una suerte de microcosmos en el que actor y espectador reproducen la relación entre Dios y el hombre: el actor representa la acción divina y el espectador la contemplación humana. Ambos son necesarios, y reproducen el intercambio entre Creador y criatura en una reciprocidad que define el carácter jerárquico del espectáculo. Mordini ve incluso una diferenciación cósmica a través de diferentes relaciones de polaridad: femenino y masculino, activo y pasivo o luz y sombra, que para nada representan una forma de dualismo, sino que son polaridades complementarias en el orden armónico de la realidad.
Dadas las limitaciones del presente texto, y la densidad de ideas expresadas por el autor, nos limitaremos a decir en relación a este ensayo, que una vez definida la concepción de Mordini en relación al arte y sus manifestaciones dentro del esquema divino y sagrado que hemos planteado, traza una genealogía que va desde el teatro realista del siglo XIX hasta el cine y la televisión, como símbolo de la inversión metafísica del arte. El acto simbólico que unía a actor y espectador queda disuelto, todo se fragmenta y diluye en una acción mecánica, la impersonalidad y el anonimato destruyen toda reciprocidad, y el acto natural se sustituye por un proceso artificioso que viene mediatizado por el procedimiento técnico. Y a partir de aquí somos testigos de todos los procesos en los que la cantidad sustituyen a la cualidad, la igualdad a la jerarquía o el movimiento activista y desordenado al Ser. Esto viene a ser la metafísica del espectáculo que nos expone Mordini, el dominio del devenir, el hacer de espaldas al Verbo, la negación del logos y la destrucción de toda forma de polaridad.
En definitiva, asistimos a una ruptura ontológica del vínculo que une palabra, rito y realidad. La idea general que se reproduce y aporta una continuidad lógica al conjunto de los ensayos es la necesidad de recuperar un sentido ascético de la vida que reordene interiormente al hombre para que el orden tradicional, en su sentido jerárquico, cósmico y existencial sea posible. En «Tradición y revelación» Mordini establece dos niveles de la Verdad que se plantean como unívocos, que conciben la Tradición como el tejido simbólico y antropológico que hace posible el lenguaje humano. La lectura mordiniana de esta Tradición, con su apelación a otras tradiciones diferentes a la cristiana, es la expresión perenne de un procedimiento hermenéutico en el que la encarnación del Verbo implica la culminación y legitimación de la universalidad de la historia humana. En «Acción aristocrática» hay una crítica hacia la igualdad niveladora y la democracia moderna como expresión de la pérdida del centro y de la aristocracia entendida como un privilegio hereditario ciego en lugar de estar ligada a una idea de formación ética y espiritual con una función regeneradora capaz de recomponer el cuerpo social. Para lo cual es necesario un centro cualitativo, jerárquico y espiritual capaz de restaurar la forma perdida de la civitas christiana.
Monarquía, Aristocracia y Ética elitista
Antología de artículos evolianos 1929-1974
Julius Evola
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2022 |
Páginas: 316
ISBN: 979-8846898066
Mordini parte de la constatación de que la crisis de la modernidad ha disuelto las jerarquías naturales, ha igualado a los hombre en la mediocridad y ha destruido la continuidad entre generación y forma. La democracia y el igualitarismo aparecen como una forma de «patología ontológica», una forma sin centro, integrada por individuos desarraigados y sin tradición, sin nobleza interior. Por eso la restauración se construye interiormente antes que en el terreno de la materialidad y la política, de modo que solo se puede reordenar el mundo si antes no se ha establecido en sí mismo el principio jerárquico que lo gobierna.
En «El arco en el cielo» Mordini nos remite a la restauración espiritual y civilizatoria desde la ley de correspondencias que liga el cielo a la tierra, y lo visible a lo invisible. El arco (el arcoíris del Génesis, pero también el arquero o la curva que une dos extremos) se convierte en esa tensión que sostiene al mundo: símbolo de alianza, medida y reintegración. El arco es la imagen de la Tradición en acto, porque une lo que la modernidad ha separado.
El punto de partida del ensayo es bíblico, tras el diluvio, el arco en el cielo es signo de un pacto. Bajo la lectura mordiniana el pacto implica la afirmación de que el cosmos conserva un orden superior, un eje vertical que garantiza el sentido de la existencia. Ese arco es que el liga al hombre con el Principio, que cuando se rompe deja al individuo suspendido en el caos. Y en tiempos de crisis, como los presentes, el deber del hombre tradicional es restablecer el arco, el puente entre el mundo visible e invisible, entre la acción y la contemplación, entre el saber y el actuar.
La civilización articulada en torno a dos planos diferenciados pero perfectamente armonizados; un plano interior e iniciático frente a otro plano más exterior, jurídico, ritual o social. Uno corresponde al conocimiento de lo Uno y el otro al orden de lo múltiple. La modernidad ha separado ambos, ha provocado una fractura, que exige la restauración del arco, que no significa otra cosa que devolver la acción a su centro contemplativo y al conocimiento su eficacia transformadora.
Roma cautiva
Un ensayo sobre la religión romana
Vittorio Macchioro
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 190
ISBN: 978-1-961928-31-2
En el ensayo titulado «El coro del Mediterráneo», Mordini interpreta al Mediterráneo como un locus sacer, es decir, un lugar sagrado, una trama simbólica que trasciende su designación geográfica para constituirse como una trama simbólica donde convergen genealogías, cultos y formas de vida que constituyen la posibilidad misma de una civilización ordenada. El mar sirve como instrumento y símbolo fecundidad y regeneración, que funciona como un coro que participa de una ley común custodiada por diferentes órdenes de civilización, como un crisol de sabiduría y transferencia ritual, un espacio sagrado donde se expresa el lenguaje universal de la Revelación, con mitos, instituciones y tradiciones que nos remiten a diferentes figuras simbólicas como Melquisedec entre otros. La síntesis cultural del medievo (Grecia, el judaísmo o el Islam) convergen de manera fecunda retroalimentándose mutuamente. Mordini insiste en que la idea de Restauración debe tomar como referencia las tradiciones subsidiarias que supieron articularse en torno a la Revelación cristiana para producir una civilización vigorosa.
San Francisco y la restauración metapolítica de Occidente a través de Mordini. El epílogo de Aldo La Fata
El texto de Aldo La Fata pone el epílogo a la obra de Mordini mediante la forma de postfacio, y nos expone brillantemente la arquitectura simbólica que sostiene toda la obra mordiniana: la ascesis como una vía de retorno al Oriente interior, el franciscanismo como transfiguración del poder en servicio y la metapolítica como prolongación operativa de la metafísica.
¿Qué es el esoterismo?
Entre verdades y falsificaciones
Bruno Bérard y Aldo La Fata
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 210
ISBN: 978-1-961928-22-0
El Oriente del que nos habla es la piedra angular, el eje cardinal del espíritu, el principium de donde surge toda luz. En el lenguaje de la Tradición, Oriente es el Centro hacia el cual es necesario reorientarse, para restituir al alma en su polaridad solar, reintegrarla al eje del mundo, del Axis mundi. En este sentido, Oriente y Asís representan lo mismo. El Oriente interior hecho visible en la tierra umbriana, en la Umbría, donde se ubica la ciudad de Francisco como imagen sensible del templum invisible.
Mordini y La Fata leen a Francisco como un rex sacerdos, como el último heredero del equilibrio primordial entre la función real y la función sacerdotal. Francisco nos aparece como un guerrero del Espíritu que transforma la «guerra santa» en una «guerra interior», en el que confluyen dos grandes corrientes del Occidente tradicional: el monacato y la caballería. Con su pobreza militante une ambos polos y muestra que la verdadera realeza se conquista por la renuncia. Su «pobreza» y humildad es en realidad una forma de dominio espiritual sobre el mundo. A partir de Francisco, Mordini logra la recuperación de la dimensión vertical de la política, «como una prolongación de la metafísica en el orden de la “polis”», como señala La Fata parafraseando a Silvano Panunzio. Mientras la política moderna se ocupa del poder como técnica, la metapolítica ve en la sociedad una imagen del cosmos. De ahí que la verdadera ciudad —la civitas cordium— no sea la estructura visible de la urbe, sino la armonía invisible de las almas alineadas con el Verbo. En ese horizonte, Francisco es el arquitecto espiritual de una nueva Roma: un imperium pneumaticum, una ciudad interior regida por la ley del amor.
Mos Maiorum, IX (Verano 2025)
Revista sobre Tradición, postmodernidad, filosofía y geopolítica
Hipérbola Janus
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 296
ISBN: 978-1-961928-33-6
De este modo, la doctrina mordiniana se cierra sobre sí misma: el franciscanismo es la culminación de la Tradición occidental y, al mismo tiempo, su reabsorción en el Oriente eterno. Roma se vuelve Jerusalén, el Occidente vuelve a su Sol. La metapolítica es la traducción contemporánea del sacrum imperium: una jerarquía de almas en lugar de instituciones, un orden interior que prefigura la restauración final.
La Fata concluye que el mensaje de Mordini no pertenece al pasado: es una apelación al presente. Volver a la ascesis significa, para Occidente, recuperar el Oriente del Espíritu: reencontrar el centro perdido, redescubrir que el verdadero poder es servicio y que el conocimiento verdadero es amor. La humanidad futura —aquella que habrá perdido todo— sólo podrá renacer desde esa desnudez que Francisco mostró: la aceptación del despojo como preludio de la plenitud. En esa imagen se condensa la última sabiduría de Occidente: que toda restauración auténtica comienza en la renuncia, y que sólo la pobreza luminosa del corazón puede volver a hacer transparente la historia a lo eterno.












