El Black Metal como fenómeno espiritual
Del nihilismo a la trascendencia
Weltanschauung Italia
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 128
ISBN: 978-1-961928-37-4
Nos dirigimos a nuestros lectores con el mismo asombro e incredulidad que debéis sentir cuando leéis el título de la obra que nos disponemos a presentar. Es la primera vez, en algo más de una década de existencia como proyecto editorial, que nos enfrentamos a un libro tan peculiar. El black metal como fenómeno espiritual: del nihilismo a la trascendencia, del proyecto Weltanschauung Italia, nos presenta una propuesta tan apasionante como inédita y chocante. Ya desde un principio, quien escribe estas líneas se declara un profundo desconocedor del Black Metal, un género musical que tiene sus inicios en los años 80, con unas características muy particulares y relativamente desconocidas más allá de los fans y fieles seguidores. No obstante, hay elementos relacionados con la densidad filosófica y conceptual a lo largo de las páginas que lo integran que nos invitan a una reflexión profunda y a una dialéctica que trasciende el tema puramente musical y estético para ubicarnos frente al mundo moderno, que nos invita a una reflexión sobre la forma en que concebimos lo espiritual y sagrado en nuestro mundo actual. Precisamente en este último aspecto es donde reside el aspecto más original de la obra, en la capacidad para entrelazar la filosofía que anima este estilo de contracultura musical con las reflexiones sobre lo sagrado y la propia condición humana en la modernidad.
La filosofía de Giambattista Vico
Emilio Chiocchetti
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2024 |
Páginas: 166
ISBN: 978-1-961928-13-8
De la negación a la nostalgia de lo Absoluto
A lo largo de lo que sigue trataremos de desentrañar algunos de los aspectos más significativos de la obra, con la esperanza de que aquellos más bisoños en la materia (entre quienes nos encontramos nosotros, los editores) puedan proyectar una mirada reflexiva y de duda sobre los aspectos que los autores nos presentan en relación al Black metal. Ya desde un comienzo se nos advierte de varios equívocos en los que podemos caer a la hora de juzgar este género musical, y es sobre todo aquel que tiende a ver una forma caótica de desorden juvenil, un residuo marginal o una patología social, sin alcanzar a ver la existencia de una «venganza de lo sagrado». Con esta premisa, los autores pretenden dejar claro ya de entrada que no se trata de un mero gesto de rebeldía adolescente, y que existe un trasfondo sociológico y espiritual profundo, una sacudida espiritual, violenta y contradictoria, pero sintomática en relación a algo más elevado que se abre paso tras las ruinas del mundo moderno.
El black metal se presenta como un negativo fotográfico del nihilismo moderno, una afirmación invertida y desviada del espíritu, una askesis frente a un tiempo que ha expulsado deliberada y voluntariamente todo horizonte vertical. Uno podría pensar desde fuera, y más cuando observamos la crudeza de un concierto de black metal estándar, que los jóvenes que concurren en ellos son personas indiferentes respecto a cuestiones sagradas y de orden espiritual, y que se ven movidos por el secularismo rampante de nuestros días, pero aparentemente, y según los autores, esa juventud insatisfecha ve en estas manifestaciones musicales un cauce para exteriorizar su deseo de vértigo y trascendencia, un riesgo y dureza descarnada que la aburguesada y desencantada sociedad de masas es incapaz de proporcionar. De modo que, más que un anticristianismo convencido, lo que aseguran que se oculta tras esta estética oscura y nihilista es un grito desesperado que busca conectar con lo absoluto. Frente a un cristianismo domesticado, reducido a moralismo social y pedagogía sentimental, frente a una Iglesia postconciliar transformada en ONG, incapaz de transmitir el misterio y el temor de lo numinoso.
Volver a la ascesis
Cristianismo y Tradición
Attilio Mordini
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 188
ISBN: 978-1-961928-34-3
Para entender lo que los autores pretenden comunicarnos es fundamental comprender esta intuición: el black metal no niega el cristianismo en cuanto a portador de misterio, sino el cristianismo degradado de la modernidad, que ha renunciado a su propia dimensión sagrada y fundacional para abdicar hasta hacerse funcional al igualitarismo y el humanitarismo democrático. De tal manera que, bajo la tesis de los autores, la postura «anticristiana» de las primeras bandas noruegas, donde nació el género, no es, en su raíz original, el fruto de un repudio metafísico, sino que parte de un rechazo sociológico, cultural e incluso estético. Es el rechazo a un cristianismo que es incapaz de conectar con la vivencia de lo sagrado y el misterio que lo anima. En este sentido este análisis coincide con los diagnósticos de pensadores como Julius Evola, René Guénon o el propio Friedrich Nietzsche, que también nos hablan, directa o indirectamente, del cristianismo que renuncia a ser vía de acceso al misterio, y que rebaja el espíritu al plano del activismo social. La juventud, que como afirmaba Moeller van den Bruck representa siempre una tensión espiritual, se ve obligada a buscar la sacralidad en otras formas de expresión y manifestación, incluso en aquellas turbulentas e invertidas, como las que representa el black metal.
El hombre político
Arthur Moeller van den Bruck
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2015 |
Páginas: 102
ISBN: 978-1507555316
Y es que, para Weltanschauung Italia este género musical representa una ambivalencia total, es un cúmulo de paradojas y contradicciones que nos lleva a la idea de pharmakon: una doble vertiente de veneno y cura, de extravío y vía de purificación, de desorden y búsqueda de un orden superior. El movimiento black metal al enfatizar y radicalizar la negación termina por proyectarse hacia una afirmación trascendente. En su desprecio por la cultura igualitaria y mercantil recupera la noción de espíritu aristocrático o en su búsqueda voluntaria de oscuridad es capaz de alcanzar trazos arcaicos de luz. Pero no se trata de hallazgos casuales o meros productos de una evolución, sino que hay un carácter constitutivo de fondo, que a través de la negatividad extrema, es capaz de abrir una puerta hacia la afirmación de aquello mismo que, paradójicamente, se niega.
¿Tradición y/o nihilismo?
Lecturas y relecturas de «Cabalgar el tigre»
Alessandra Colla, Carlo Terracciano y Omar Vecchio
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2019 |
Páginas: 140
ISBN: 978-1710988246
Más allá de la cronología musical, que la sucesión de bandas que otorgan una identidad al género y permiten asentar un estilo, una estética o una identidad simbólica, como pueda suceder con cualquier otro estilo musical minoritario, los autores ponen de relieve que hay una reivindicación evidente hacia el retorno a los símbolos, mitos, gestas y estructuras propias del mundo premoderno, que reaparecen en un contexto en el que ya nadie las comprende. E incluso dentro del terreno de los «códigos musicales», este género, el metal extremo, busca trascender toda forma de comercialismo y contrarrestar la pérdida de poder simbólico. Sin embargo, lo fundamental es la construcción de una cosmovisión, con el uso de elementos sonoros (el tremolo picking, las voces desgarradas o la producción lo-fi) y elementos visuales (el corpse paint, los bosques nevados o los símbolos rúnicos) se integran en un lenguaje totalizador, casi litúrgico, que, aseguran, va más allá de azarosas elecciones estéticas.
El misterio del Mago Merlín
Adolfo Morganti
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2025 |
Páginas: 304
ISBN: 978-1-961928-35-0
Todas estas características, totalmente especializadas, conocen diferentes niveles que podemos sintetizar de la siguiente manera:
- El nivel simbólico mediante el empleo de iconografía precristiana, medieval o esotérica.
- El nivel sonoro-atmosférico, al reproducir musicalmente la idea de una naturaleza indómita, la idea de la soledad, la vastedad o la verticalidad de lo sagrado.
- El nivel comunitario, creando una suerte de «microsociedad» de iniciados, cerrada, jerarquizada y hostil a la masificación que impera en los dominios comerciales.
De la confluencia de todos estos niveles emerge una espiritualidad que rechaza toda forma de conformismo y reducción servil de lo espiritual a las convenciones sociales, un rechazo visceral hacia la igualdad y la comodidad y experiencias intensas que nos remiten a formas de ascesis o heroísmo propias del mundo tradicional. Según nuestros autores, ni tan siquiera cuando se declara «satánico», el black metal tampoco apuesta por el hedonismo ni el libertinaje, más bien al contrario, buscando la disciplina, la frialdad, el sacrificio y la consagración. Estos elementos son los que permiten a los autores desarrollar un enfoque tradicionalista, a través de un fenómeno de inversión capaz de expresar significados superiores.
El caso de Batushka, una banda polaca que se presta como un ejemplo perfecto en apoyo a las tesis centrales del libro, en lugar de negar el cristianismo ha terminado reencontrando su dimensión sagrada, en este caso a través del uso de la liturgia ortodoxa, iconos, cantos en antiguas lenguas eslavas e imágenes de culto que no son presentadas como un acto blasfemo y antirreligioso, sino que supone la incorporación de elementos de una sacralidad estética que los templos ya no ofrecen.

Batushka en el Throne Fest 2016, en Kuurne, el 15 de Mayo de 2016. Foto por Vassil, CC BY 3.0, via Wikimedia Commons
La gran paradoja es que se recupera el espíritu religioso, pero en lugar de tener como escenario y espacio de representación el templo, se presenta en un escenario oscuro, lleno de incienso y con voces de invocación en un contexto de gravedad litúrgica que resulta extraño a la modernidad. Nuevamente volvemos a la tesis fundamental, la que Weltanschauung Italia nos plantea recurrentemente: el black metal recupera lo que el cristianismo moderno ha extraviado.
En clave tradicionalista podríamos decir que la ruptura decisiva entre forma y contenido, y entre rito y significado, entre tradición y transmisión, encuentra su refutación precisamente en un movimiento nacido de la negación. El black metal, en este caso particular al menos, el de Batushka, es capaz de reproducir la ritualidad sin caer en la trivialización, a diferencia de la cultura pop, que acostumbra a jugar con símbolos religiosos vaciados en su sentido original. Este ejemplo demostraría que más allá de la destrucción y el nihilismo, dentro del black metal también sería posible encontrar autenticidad.
Dentro de la idea del black metal como fenómeno espiritual invertido, los autores nos previenen de cualquier relación con la articulación de una teología alternativa o de un ateísmo moderno, nada que ver, sino que se trata de un rechazo visceral, estético y existencial hacia el cristianismo moderno y postconciliar en sus aspectos más desconsagrados e inmanentes, en su horizontalidad dominante desde la segunda mitad del siglo XX. El matiz es importante, se plantea como una rebelión contra el cristianismo desacralizado, no contra el cristianismo sagrado. Es una distinción fundamental para entender el sentido profundo del fenómeno.
La parte más sociológica del asunto nos lleva a considerar las condiciones en las que crecieron aquellos que impulsaron el movimiento black metal, normalmente con orígenes familiares acomodados, procedentes de familias aburguesadas, con un entorno religioso de parroquia, con sermones morales y actividades comunitarias, con unas dinámicas rituales totalmente vacías, con guitarras y coros, en un clima democrático y socializante. Este reduccionismo sociológico, esta horizontalidad, y conversión de lo sagrado en un «servicio social», este desterramiento de lo sagrado y numinoso es lo que está ausente.
Hay una evidente coincidencia con los postulados de René Guénon, quien en su diagnóstico nos dice que una espiritualidad degradada deja de ser un puente hacia lo alto para convertirse en un modulador psicológico colectivo, perdiendo por completo su dimensión iniciática. Es un cristianismo empobrecido, sin espesor simbólico, sin valor metafísico, incapaz de proporcionar a los adolescentes y jóvenes el acceso a ese tremendum que forma parte del núcleo de lo sagrado. Y aquí se encuentra la explicación de la atracción hacia un simbolismo oscuro y caótico, que se vincula a la imagen de bosques, iglesias quemadas, cadáveres, ruinas medievales o la iconografía satánica como sustituto emocional y, especialmente, espiritual.
El tema del mito y el símbolo en la Modernidad y la sustitución profana de lo sagrado mediante sucedáneos o cayendo en la caricatura y la blasfemia no es nada nuevo. La fractura del hombre moderno con todo un imaginario simbólico y ritual, fundamental en todas las culturas tradicionales, es algo que podemos constatar a todos los niveles. La modernidad ha desactivado el significado profundo para reducirlos a categorías psicológicas, sociológicas o estéticas, sustituyendo la verdad que contenían por análisis discursivos, por abstracciones que han privado al mito de toda su realidad y reducirlo a un tema, reducido a conceptos y planteamientos de sistema. Este pensamiento empírico es el que ha desactivado el sentido de lo trascendente y lo sagrado, a través de la superficialidad y la igualdad mecanicista de Verdades que exigen tanto profundidad como jerarquía. De este modo, se ha perdido toda forma de autoridad ontológica para convertir la expresión de lo sagrado en un «relato cultural», y reduciendo la Tradición a un material petrificado, destinado al análisis arqueológico.
Pero el vínculo del hombre con lo sagrado no ha desaparecido, y la modernidad se ha visto obligada a construir «sucedáneos», falsas trascendencias e imitaciones profanas para ocupar su lugar. Pero es un simbolismo vacío, una carcasa hueca, sin potencial ni alcance espiritual. El ejemplo más claro de ello son las ideologías políticas, como el liberalismo, el socialismo, el nacionalismo moderno de cuño burgués o la tecnocracia, que aparecen como formas de mitología laica que ofrecen la salvación a través de una idea de progreso, con escatologías que expresan utopías políticas igualitarias, falsas morales como las vinculadas a los «derechos humanos» (también de cuño liberal), una liturgia que podría ser la que nos brindan las urnas y los parlamentos, santos (figuras «carismáticas») y finalmente demonios, que podríamos identificar con los enemigos ideológicos. Todas estas formas carecen de fundamento metafísico, como es evidente, y son parte de la degradación simbólica y ritual generados por el capitalismo y la sociedad de consumo, y empobrecen espiritual (y materialmente) a las masas sustituyendo al héroe por el influencer.
Nihilismo y reacción aristocrática
Pero la reacción frente a la falsificación del cristianismo y la negación de lo sagrado no es un mero nihilismo autodestructivo en sentido estricto, sino que podría hablarse de un nihilismo positivo nietzscheano, que revela un anhelo espiritual reprimido. No obstante, aunque Nietzsche pueda aparecer como una referencia primaria, en realidad es el Julius Evola de Máscara y rostro de la espiritualidad contemporánea, cuando se refiere a las respuestas violentas que se desprenden de las formas degradadas de religiosidad allí donde subsiste un núcleo de necesidades espirituales.
El satanismo, frecuentemente asociado al black metal, según los autores de la obra no es una verdadera adhesión luciferina, sino un cristianismo invertido, una teología negativa cuyos símbolos se dirigen, como ya hemos expuesto, a la forma social de la religión, pero manteniendo intacto el armazón espiritual de aquello que niegan. El satanismo sería solo una forma de reivindicar la búsqueda de lo Absoluto por la vía negativa, quizás podríamos ver una «vía de la mano izquierda» evoliana o la teología negativa de Meister Eckhart, o quizás sea una mera especulación sin fundamento. Es el lector quien debe juzgar finalmente si los principios e ideas que articulan esta teoría son realmente válidos o no.
Lo cierto es que el análisis filosófico es rico y denso en interpretaciones, y llega a conclusiones que pueden resultar chocantes, como la idea de que el black metal también construye, de manera invertida y oscura, una aristocracia espiritual, una orden de iniciados entre el «pueblo», y los «elegidos» que representa la estructura típica de las religiones tradicionales. En este sentido también habría una reacción del black metal frente a la democratización y la masificación imperante, en un mundo en el que la música, la cultura, el acceso al conocimiento e incluso las emociones han caído presa del igualitarismo. De ahí nació el elitismo radical de las bandas noruegas modernas, un elitismo espiritual, con sus propios códigos a los que solo el verdadero iniciado o adepto puede acceder. Se reproduce una verdadera jerarquía metafísica, en la que lo underground funciona como templum invisible para los iniciados, para quienes han demostrado fidelidad, aquellos que han traspasado el umbral ascético limitado a unos pocos.
Monarquía, Aristocracia y Ética elitista
Antología de artículos evolianos 1929-1974
Julius Evola
Editorial: Hipérbola Janus
Año: 2022 |
Páginas: 316
ISBN: 979-8846898066
En general, y sin pretender profundizar más en el libro, pues es el lector quien debe desarrollar la labor hermenéutica y de exploración del texto, hay elementos que nos permiten una comprensión global del fenómeno, más allá de la consideración del black metal como una excentricidad cultural o como una subcultura del tardocapitalismo sino como un síntoma profundo de la condición espiritual de nuestro tiempo. La obra muestra que este movimiento extremo, nacido de la negación más descarnada, está atravesado por una tensión metafísica que desborda muchas de sus formas exteriores, y nos enseña como lo sagrado sigue irrumpiendo en nuestro mundo, incluso bajo las formas más inhóspitas e insospechadas, que buscan la restitución de lo sagrado desde las vías más heterodoxas en la búsqueda de la purificación en lo primordial y originario.






